Durante este período, lo importante es mantener un control mediante evaluaciones programadas de la embarazada con su médico de confianza o en cualquier centro de salud; con ello se podrá vigilar la evolución del feto y lograr una efectiva preparación para el momento del parto.
Mediante dicho control se busca:
Detectar cualquier enfermedad de la madre y tratarla para evitar afectar al niño.
Detectar a tiempo las complicaciones que pueda tener el feto para atenderlas eficazmente.
Brindarle a la madre orientación, tanto higiénica como alimenticia para el desarrollo de su embarazo.
Preparar tanto a la madre como al niño para el momento del parto, pudiendo diagnosticar a tiempo un embarazo de alto riesgo.
Explicarle a la futura madre las complicaciones que se pueden dar durante el embarazo y en el momento del parto, y así llevarle un control más continuo y detallado.
Ofrecerle a la embarazada conducta y medicamentos que disminuyan las molestias asociadas con el embarazo o cualquier enfermedad común que se le presente en ese período.
Orientar a la madre en aspectos como: salud reproductiva, planificación familiar, normas de seguridad para embarazadas, entre otros.
Preparar física y psicológicamente a la madre para el parto, brindándole información de los síntomas y el proceso en sí.
Comenzar desde este momento a educar a la madre sobre la importancia del control prenatal para la detección temprana de cualquier anormalidad o enfermedad del niño.
Todos estos son limitantes, más no impedimentos y por eso es muy común ver niños con problemas de salud o trabajando desde muy temprana edad para subsistir.
Para que el control sea más eficiente; el primero de ellos se debe realizar durante los primeros cuatro meses del embarazo y no después, dándole así mayor oportunidad al médico de detectar a tiempo cualquier tipo de complicación. De igual manera uno de los requisitos indispensables para un eficiente control es la continuidad del mismo; lo recomendable es tener un mínimo de cinco visitas prenatales para seguir adecuadamente la evolución del feto y la salud de la madre.
Por último, y no menos importante, es la exigencia por parte de la embarazada para que el control sea hecho por personal debidamente certificado y cumpliendo con los chequeos del feto y de la madre. El embarazo se puede dividir en tres trimestres, cada uno de ellos con sus respectivas características o síntomas visibles.
Es así como en los primeros tres meses el niño se encuentra en una etapa embrionaria comenzando a desarrollar sus órganos internos produciendo en la madre náuseas, vómitos y mareos mientras los pechos aumentan de volumen y se vuelven más delicados, se evidencia además aumento de peso y la frecuencia de orina.
Para el segundo trimestre ya se puede hablar del feto, ya que este tiene apariencia humana lo cual genera en la madre aumentos en la presión sanguínea y ritmo cardíaco, para compensar los del niño. Al inicio de esta etapa, la madre puede sentir los movimientos del niño.
Al entrar al tercer trimestre, los órganos del niño ya están formados y madurando; al mismo tiempo, la madre tiende a sentir calor e incomodidad debido al funcionamiento de dichos órganos en el niño. El sueño de la madre se ve alterado debido a que los movimientos del niño son más fuertes y su tamaño le impide moverse libremente para colocarse en posición de parto.
Es recomendable que la madre no aumente más de doce libras. Es normal que se presenten antojos de comer sustancias poco usuales, lo cual se genera por deficiencia de hierro y otros minerales en la madre. Si estás embarazada, consulta a tu doctor de confianza o a personal certificado sobre el desarrollo de tu embarazo, de manera que ellos puedan controlar su normalidad.